lunes, 5 de abril de 2010

Dublinesca y...

(Aviso: todo es una interpretación ficticia y desordenada fruto de una lectura frugal y lo más comprometida posible. Se acompaña de una recomendación esencial: lea Dublinesca)

…la teoría literaria

1. Intertextualidad

2. Conexiones con la alta poesía

3. Conciencia de un paisaje moral en ruinas

4. Ligera superioridad del estilo sobre la trama

5. La escritura vista como un reloj que avanza

En el viaje de vuelta desde Lyon, donde Riba compuso toda una teoría literaria de la novela (algo muy francés, por cierto) que contenía todos estos elementos, Riba percibe la necesidad de perder las teorías para escribir una novela. Hay que viajar, viajar y perder teorías, viajar, perder teorías y apostar por el subconsciente. Así es como se inicia este nuevo viaje por el universo vilamatiano, al menos hasta que en septiembre se publique la teoría redactada en Lyon y destruida en el viaje de vuelta. Lyon es por tanto un viaje en el que no ocurrió nada más que esto. Riba oculta a sus padres este resultado que no comprenderían y que asociarían a una eventual retirada del mundo editorial por parte de su hijo, también lo desconocen.

…el pasado, el presente y el futuro

Por eso desvia la atención hacia otra ciudad en la que nunca ha estado: Dublín; donde se celebrará el funeral de Gutenberg y de toda su galaxia, simbolizada en el Bloomsday, el festival anual dedicado al Ulises de Joyce. Pasado, presente y futuro se dan cita en esta ciudad melancólica como parte de un mismo tiempo, el tiempo de Riba en el que se aglutinan todo tipo de fantasmas, los fantasmas que nos acosan a lo largo de una vida literaria. El pasado inalterable y complejo de la personalidad de Riba, el presente fugitivo y el inexistente futuro de la edición. Una historia de vida y muerte, de google y Gutenberg pugnando por convertirse en fuente de conocimientos del hombre contemporáneo. Tres fases (pasado-presente-futuro) que pueden coincidir perfectamente con los tres capítulos (mayo-junio-julio) que delimitan la novela, pero también con los tres escritores que le conducen hacia Dublín:

…Joyce, Yeats y Beckett

Joyce, el prolífico, impregna todo el libro con sus citas de Dublineses, de los caballos blancos que se reflejan en el río Liffey cuando uno atraviesa el puente O´Conell, pero también del Ulysses trae lugares, personajes, episodios, estilos, literarios. De Joyce se puede pasar a Yeats, de la mano del cual buscará el centro del mundo en Dublín, de esto hablaremos más adelante aunque conviene referirnos a su poema La segunda venida:

The Second Coming
William Butler Yeats (Irlanda, 1865-1939)

Turning and turning in the widening gyre
The falcon cannot hear the falconer;

Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.


Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spritus Mundi
Troubles my sight: somewhere in the sands of the desert
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Reel shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again; but now I know
That twenty centuries of stony sleep
were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?

(aquí la traduce Jordi Doce)
 
…porque es “la segunda venida” a Dublín la que aclara dónde está el centro del mundo de Riba, la que lo desaloje de sus fantasmas, la que lo hace sentir el término soledad y reconocerse como ser humano, tan lejos de Nueva York. Cobra entonces importancia la figura de Beckett, el escritor que redujo su lenguaje a la mínima y esencial expresión, que restaba en lugar de sumar. Alguien en Dublín aún forra toda su habitación con la cara de Beckett, alguien que quizá esté a punto de morir y represente la muerte del autor.

Pero además, los personajes de Mercier y Camier tienen algo que ver en el miedo del editor a una posible recaída en el alcohol, esa fuerza que lo ata al consciente y a la realidad. La coincidencia: Becket nació justo veintiséis meses después del día en el que transcurre el Ulises.


…y el alcohol

En ese camino, del Ulysses a Becket, de lo abundante hacia la nada, de la sobriedad y la conciencia hasta el alcohol y la inconsciencia, transcurren veintiséis meses. El alcohol es el destino cumplido de un sueño premonitorio, es también la posibilidad de que éstos se cumplan, es el camino hacia el centro del mundo (que tal vez luego comentaremos), es fundirse en un abrazo de dolor con el ser que amas, bajo la interminable lluvia que puede estar avisando de que el fin del mundo se encuentra cercano, tan cercano por ejemplo como el primer viaje de Riba con sus padres a Londres para visitar la visión apocalíptica de una amiga en el Tate, sacándolos, por fin, de la calle Aribau donde parece que está el “tiempo atascado, detenido, absolutamente muerto”.

En la reconstrucción final (que no sólo se basa en la memoria de lo sucedido también en la inconsciencia, porque así se reconstruye un ser humano), un cuadro en la habitación, junto a la ventana del departamento de Dublín; “Stairway” de Hopper


 
Unas escaleras que directamente conducen a una puerta abierta, a un punto de fuga situado en un plano inferior que se pierde en un verdor salvaje. Sin duda una invitación a no salir de casa.


“-Sal -dice la casa


-¿A dónde? -pregunta el paisaje exterior”.

…y Dublín

El espacio donde se conjugan todos los hilos narrativos, los del pasado, los del presente y los del futuro del editor Riba. Un lugar en el que los fantasmas florecen por cada rincón, donde crecen las referencias a Nueva York, su ciudad antónima. Nueva York se traslada simbólicamente a Dublín en la figura de su amigo Nietzky, e incluso en una madrugada de sobria soledad toca erróneamente la puerta del hotel, tal vez en busca de una maleta roja que dejó olvidada. Dublín, la ciudad que envuelve el viaje vacío de Riba a Lyon donde se produjo la teoría literaria. Dublín, la confirmación del salto inglés (que ya no sé si analizaremos), el centro del mundo, el escenario de la representación teatral.

…y el gran funeral

Que adopta la forma de un gran teatro al aire libre, con sus referencias espacio-temporales, sus acotaciones, máscaras, apariciones y desapariciones (porque si no, no sería ésta una historia de Vila-Matas), una especie de “gran teatro del mundo” que nos enseñara Amalia Iglesias en su poema

Caen,
dices,

devotos labios de nácar descreído
y hace mucho que la lluvia
sembró algunos silencios
escandalosamente invisibles.


Pero hemos estado siempre en este instante
donde todos los pájaros ensayan una fuga,
donde ensayan esta cúpula que cierra
el tiempo de la ofrenda
                              y la derrota.


Pero hemos estado siempre en este instante
de palabra ancestral
y desolada,
como inventando un cuadro eternamente
en el espejo turbio de la escena.

Amalia esta también en este funeral por Gutenberg y por toda su galaxia en el cementerio de Glasnevin, un funeral que debe ser lo más paródico posible. En el mismo, las voces se suceden, interrumpiendo los amagos de nuestro amigo y viejo editor retirado Samuel Riba hasta que éste toma la palabra para recitar “Dublinesca” (Dublinesque), de Philip Larkin que le enviara a Riba su amigo Nietzky por email desde Nueva York

Down stucco sidestreets,
Where light is pewter
And afternoon mist
Brings lights on in shops
Above race-guides and rosaries,
A funeral passes.

The hearse is ahead,
But after there follows
A troop of streetwalkers
In wide flowered hats,
Leg-of-mutton sleeves,
And ankle-length dresses.

There is an air of great friendliness,
As if they were honouring
One they were fond of;
Some caper a few steps,
Skirts held skilfully
(Someone claps time),


And of great sadness also.
As they wend away
A voice is heard singing
Of Kitty, or Katy,
As if the name meant once
All love, all beauty.

Habla del sepelio de una vieja prostituta dublinesa, a la que en su última hora tan sólo acompañan por las calles de la ciudad algunas colegas. El funeral por Gutenberg, simbolizado en la obra de Joyce, se extiende al de toda la literatura; no debemos olvidar que tiene Riba la manera de leer su vida como un texto literario, incluso relacionarla con el catálogo de autores que ha publicado, todos desbordados por su existencialismo. Sólo durante el funeral y la celebración del Bloomsday hace sol en la novela.

…y la lluvia

El resto del tiempo lloverá con fuerza, como si ya no fuera a parar nunca, como si fuera el fin del mundo que se representa en el Tate Modern de Londres.

La lluvia, en su caída masiva, va formando charcos enormes, reflectantes, como el mar de Dublín. Las gotas que caen sobre ellos tienen un sonido multiplicador que va a marcar el ritmo de la novela. No puedo evitar pensar aquí que Riba es Isak Borg, el protagonista de Fresas Salvajes, durante su primer sueño, en el que se encuentra solo en una población vacía, toca el hombro de lo que parece ser un señor con traje negro (como los que se surgen y desaparecen a lo largo de Dublinesca) pero tiene una cara vacía y cae a plomo sobre la calle abriéndose la cabeza. Mira un reloj sobre una pared que no tiene manecillas, consulta con el suyo de pulsera que tampoco las tiene, empieza a escuchar entonces el ritmo ascendente de su corazón (sus gotas de lluvia) hasta que observa cómo pasa por delante su propio ataúd sobre un carro que se accidenta y permite ver al occiso, incorporándose para tirar del vivo. Se despierta y celebra a su manera que está vivo.

…y los círculos

También esas gotas que caen sobre los charcos gigantes generan círculos concéntricos, cada gota un nuevo centro que desplaza al anterior y emprende un nuevo viaje circular. Así será Dublinesca, los centros que provocan todas esas gotas se irán desplazando no dejando que ninguno se estabilice por mucho tiempo, no por nada está lloviendo y Riba con todos sus fantasmas, desobedeciendo al cuadro de Hopper y retando a la lluvia, decide salir. Pablo Gallo ya lo dibujó en su pintura "Los Iluminados"


Piensa Riba que al centro del mundo se puede acercar por medio de lo extranjero, es la única manera de encontrar ese espacio donde “recuperar la extrañeza ante las cosas, donde pueda recobrar toda esa forma especial de sentir”. En el fondo y pese a acudir a un funeral parece estar buscando excusas para celebrar una nueva vida, su reencuentro.


…y el salto inglés

Por fin. Dejar a un lado todo lo español y francés que maneja con soltura para adentrarse en otros territorios. Pese a ese salto, por sus páginas discurren autores como Georges Perec, Julien Gracq o Pierre Michon y la duda de si este salto conseguirá encontrar algo de su altura. El salto inglés es además la excusa perfecta para conseguir que dos de sus amigos, Javier y Ricardo, lo acompañen a Dublín. La literatura está llena de saltos que se cruzan e intentan explicarse por sí mismos; el año pasado yo mismo me encontraba en un salto francés, precisamente representado por Gracq y Michon cuando me animé a visitar el Museo Pompidou para hacer acopio de obras modernas de autores franceses que explicasen el poder de las metonimias en los personajes desamparados. Allí, frente a una especie de esfera hueca, sesgada por la mitad y colgada, en una extensa pared blanca, por su lado cóncavo, conocí a Pierre Renard Lafine, francés que intentaba a su manera el salto escocés, ensimismado como estaba no pude sino hacerle una foto mientras ascendía por las escaleras mecánicas para cumplir mi cometido.


…y los escritores


Dublinesca es el encuentro del mundo literario: el narrador que escribe cumpliendo todos los requisitos que Riba apuntó en su teoría literaria de Lyon, con una sobriedad fascinante, enlazando ideas, navegando a través de la conciencia y del inconsciente del personaje principal, dando pie a los diálogos punzantes y a las acciones que constituyen el material narrativo de la novela; un narrador talentoso que seguramente sea el mismo que lleva Riba esperando durante tanto tiempo para descubrir y editar por primera vez él. El autor como fantasma del editor. Pero también el lector tiene un papel fundamental en la novela, esta larga exposición puede ser una prueba que seguramente diste mucho de su relación con los motivos que llevaron al propio Enrique Vila-Matas a escribir su última novela.

Les invito a compartir estas impresiones en la red así como a visitar la excelente web del autor, que constituye un espacio extratextual de la novela.


RECURSOS:

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena. ¡Comienza fuerte esta aventura! (y acertada)

Óscar Pirot dijo...

Enhorabuena mi estimado Conrado. Las mudanzas nos llevan a nuevos espacios de exploración y me alegra que no te hayas desaparecido sino simplemente bifurcado. Copal y ocote, una muy buena fusión. Gracias por esta entrada inaugural sobre Vila-Matas, no conocía la novela pero sin duda la forma en que expones las exquisitas referencias tanto literarias como pictóricas han dado con la intriga de la lectura. Creo que a muchos nos pasa lo que a Riba: que vemos nuestra vida como un texto literario. En lo personal, ¿consideras que somos ante todo escritura? Un abrazo, ya nos veremos!

GIMBEL dijo...

Magnífico. Seguiré la recomendación esencial y leeré esas historias dublinescas.

Un abrazo

Armando Solis dijo...

¡buscas que Vila-Matas te enlace! jajajaja ¡es muy obvio!

Jorge Emilio Lopera Ledesma dijo...

C, me pregunto en qué árbol me transformaría...

fallorca dijo...

Hola, desde Portugal
http://nemsemprealapis.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Leer el mundo blog, bastante bueno

Alberto Masa dijo...

Coño!

Conrado Arranz dijo...

Anónimos, autores de El lazarillo, muchas gracias.

Mi queridísimo Óscar Pirot... qué responderte a ti que te deshaces junto a las palabras en cada lectura. Cualquier respuesta que te pudiera dar no sería sino una superficialidad. El tiempo nos condenará a perecer entre ellas.

Mi queridísimo Gimbel... ¡cuánto amigo! Te invito a hacerlo... los ocotianos lo necesitamos.

Mi querido -también- Armando Solís, capitán del ejército, alter ego; ¿cómo decir?: no queramos ver la paja en el ojo ajeno. Esto es un humilde espacio sin mayor trascendencia que una relación público-amateur con la literatura. Te mando un fuerte abrazo... sabes que, en el fondo, te aprecio (de verdad).

Mi queridísimo Jorge... tú, sin duda, eres el árbol de la ciencia.

Fallorca, boas-vindas, este é el seu espaço.

Mi queridísimo Alberto... ¡joder! te sigo... (aunque no lo parezca). Un abrazo.